
De noviembre del 2003 a junio de 2007, casi 4 años en donde hubo alegrías, tristezas, emociones y vivencias inolvidables. Recuerdos que brotan desde sus heroicas andanzas bajo los tres palos a sus excelentes modales como ser humano. Cesar el "Mono" Vallejos ya dejó de ser jugador de El Linqueño para desembocar en Atlético de Tucumán, equipo que compite en el Argentino A.
Una maravillosa persona que dejó una gran huella en el club y en el corazón de quienes tuvieron la suerte de conocerlo y tratar con él.
La luchó desde el principio: primero en el banco de suplentes, luego tuvo un paso como entrenador de las inferiores, pero siempre aportando cosas importantes para el club.
Hasta que llegó el día de ser titular y no desaprovechó la oportunidad. Tuvo un año excelente y lo plasmó en su mayor esplendor en el partido en el Leonardo contra Juventud de Gualeguaychú, donde se puso el traje de súper héroe e hizo lagrimear a varios en la popular después de soportar 50 minutos de partido y la serie de penales con una lesión grave. El sentimiento por la azul y blanca (a rayas verticales) fue más fuerte y venció el insoportable dolor ese día.
Hoy, es hora de despedirnos del "monito" y decirle gracias por todo: por toda la sapiencia y la afectuosa personalidad que demostró tener, la cual va a perdurar por siempre en el aura del Leonardo Costa.
Con la nostalgia que merece este momento, en nombre de todos los linqueñistas me atrevo a decirle al "Mono": Muchas gracias y suerte en los nuevos emprendimientos y te saludamos, no con un adiós, sino con un hasta luego.